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Tranquilidad tecnológica para padres y madres

¿Mi hijo ve porno?

Antes de contestar a esta pregunta deberías conocer los datos:

  • El 10% de los consumidores de porno en Internet tiene menos de 10 años. (Estudio Bitdefender).
  • El 54% de los menores de 15-16 años se ha encontrado con pornografía de forma involuntaria en Internet en varias ocasiones. (Estudio Jóvenes y sexo en la red).
  • Como consecuencia del visionado de pornografía en la red, el 16,3% de los chicos y el 9,3% de las chicas ha asumido riesgos en la red como aportar datos personales para contactar con alguien o quedar con un desconocido. (Ballester Arnal, Rafael. Exposición involuntaria a material sexual en Internet).
  • En cuanto al acceso voluntario a pornografía en Internet, el 28% afirma visitarla algunas veces y otro 8% bastantes o muchas veces. (Giménez García, Cristina. Consumo de material pornográfico en jóvenes españoles).
  • La edad del primer contacto con contenido sexualmente explícito es de los 13 años aproximadamente, afirmó Bryant Paul, un profesor adjunto en la escuela de medios de la Universidad de Indiana. Otros estudios hablan de que la primera visualización de pornografía online se llega a hacer con 12 años.
  • El 90% de los niños y el 70% de las niñas de entre 13 y 14 años asegura haber accedido a porno al menos una vez en el año anterior y un 35% añade que ven porno online “demasiadas veces como para contarlas”.
  • En definitiva, nueve de cada diez niños se han visto expuestos a porno online antes de cumplir la mayoría de edad.

Fuente: Orange. Por un uso Love de la tecnología

¿Qué consecuencias puede tener ver porno a edades no adecuadas?

Hay estudios que demuestran que los individuos que acceden más prematuramente a contenidos porno suelen ser personas más dominantes con el sexo contrario en la edad adulta. Suelen reproducir los comportamientos agresivos y machistas que generalmente tienen estos contenidos.

 Igualmente, suelen frustrarse cuando en sus relaciones sexuales no encuentran el modelo de actriz/actor porno que están acostumbrados a visualizar, lo que puede hacer que las relaciones sexuales normales les parezcan aburridas y genere en ellos una infelicidad provocada por no encontrar aquello que estaban acostumbrados a visualizar.

Aunque no hay aun muchos estudios sobre las consecuencias a largo plazo,en lo que si coinciden muchos expertos es que provocan un aislamiento social. El menor suele encerrarse para visualizar estos contenidos, y es consciente de que está haciendo algo «malo»  por lo que se aísla de sus iguales ya que siente vergüenza. Este aislamiento suele llevar a buscar foros con los que contactar con otras personas, y ahí está el gran riesgo, el menor no sabe con quien está conectado  y puede ser un blanco fácil de pederastas.

¿Qué pueden hacer los padres?

Dos premisas fundamentales: conocimiento y dialogo

Conocimiento, los padres deben estar formados. No pueden vivir de espaldas a las tecnologías. A menudo nos encontramos con padres que nunca han entrado en una red social, y mucho menos conocen a las que acceden sus hijos. Esto es un grave error por parte de los progenitores. El padre debe conocer en todo momento donde se mueve su hijo, controlar los tiempos de exposición a la red y los sitios que visita. Es recomendable utilizar herramientas de control parental para asegurar un buen uso de la red.

Dialogo, es fundamental. El niño tiene atracción por lo prohibido y aquí es primordial la labor de padres y educadores. Es necesaria una buena educación sexual, diferenciando bien entre sexo y porno. Hablar con los menores de los riesgos de la red, y sobre todo explicar de forma clara, sin tabúes, la realidad de las relaciones sexuales.Por encima de tópicos y alarmismo hay que formar en prevención de riesgos. Que los niños conozcan y sean conscientes de que existen y hagan un uso critico y responsables de las mismas.

Como curiosidad decir que Bil Gates no dejó utilizar a su hija un ordenador con Internet hasta los 10 años, con una limitación de 45 min para jugar y 1 hora el fin de semana. y Steve Jobs no dejaba a sus hijos que se acercaran al iPad.